tintero





Don quijote a la pluma
pluma y tintero
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Asistencia informática


Gonzalo limpió la placa con un revés de su manga y leyó la inscripción semi borrada:

AS.I.ES
Assistancia informática española
Soportes técnicos por ingenieros
Hotline


A Gonzalo le había gustado el acrónimo: Así es. Había respondido a la oferta de trabajo en la que se pedían teleoperadores. Lo de los ingenieros le asustó un poquito, no lo mencionaba el anuncio. Había trabajado en una tienda de informática para almancenar los ordenadores que ni siquiera sacaba de las cajas de embalaje. Pero ya que había venido...

Gonzalo subió al tercer piso Era su primer día, pero no sabía que era también su último. Llamó a la puerta. Abrió un fulano que se parecía a Mortadelo. No entendió Gonzalo la respuesta de Mortadelo. ¿Qué le molestaba a este mamarracho? Pero no le preguntó nada de sus conocimientos en informática, y Gonzalo no quería seguir en paro.

En el centro del cuarto oscuro y sucio estaban reagrupadas cuatro mesitas con un ordenador sobre cada una de ellas. Solo quedaba un metro y medio entre las mesitas y las paredes. La primera mesita era la de Mortadelo. Dos jóvenes desgarbados, cansados y taciturnos ocupaban las otras dos. La siguiente sería la de Gonzalo. A todos se les habían roto la máquina de afeitar. Resignados como los que saben que tienen que vender el coche para comprar gasolina, saludaron a Gonzalo con un movimiento desengañado de cabeza. Volvieron a ponerse los auriculares para intentar apaciguar a los zopencos del día.

Mortadelo, el jefe, acompañó a Gonzalo hacia la cuarta mesita, le puso el casco con los auriculares y el micrófono, encendió el ordenador y masculló entre dientes "buena suerte" antes de arrastrar sus chanclas hasta su silla. Tan pronto como se sentó Gonzalo oyó la voz exasperada de una mujer. Un suspiro hondo. Gonzalo oyó el choque del teléfono en el escritorio, el ruido de objetos desplazados, de una mesa empujada, el choque de dos rodillas en el entarimado, unas palabrotas, otro choque, el de una cabeza contra un mueble, una letanía de juramentos y al cabo de un rato una furia gritando por el teléfono: A Gonzalo, antes de colgar se le escapó:

Antón Terías Marzo de 2012


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