taller de escritura





Don quijote a la pluma
título
Juan Roberto

«Grandullón», en cuanto me midieron y me dieron una altura, viví tiempos sin saber qué hacer con ese cuerpo que sobraba. Al enfrentarme con la vida me encontré pronto como un buey frente a una rana. Yo no cabía en nada. Si alguien tenía la culpa en las peleas infantiles era yo, por ser mayor de altura a pesar de ser menor de edad. Más tarde, cuando me volví «muchachón», los demás me evitaban igual que gallinas ubicando «al toque» un gallinazo en el corral, prefiriendo atreverse con gente de tamaño más adecuado.
Así podría yo presentarme física y psicológicamente
Paradójicamente al «grandote» le resulta fácil volverse sombra. Así solitario en la multitud, aprendí a esconderme en el ambiente como un álamo en un pinar ya que si la gente no sabe mirar más allá tampoco sabe mirar más arriba y ahora puedo pararme tranquilo horas en un lugar abierto sin que se enteren de que yo estoy ahí. Eso me sale bien porque a mí me gusta observar a la gente.
Tuve suerte de viajar bastante en mi vida, cruzar gente venida de muy variados horizontes y vivir instantes inefables. Hoy en día, ya con pelo cano, pero sin embargo con el gozar de un recién amante, tengo la suerte de manejar las palabras ya sean de la lengua volteriana o de la cervantina, como me atrevo aquí, para contarlo.
Cada uno de nosotros tiene mucho que contar porque "El mundo es ancho y ajeno", escribía Ciro Alegría. Pues amigos, encontrémonos con nuestras propias palabras escribiendo al compás de los versos de Atahualpa Yupanqui :

"Yo tengo tantos amigos que no los puedo contar,
en el campo, en la montaña, en la pampa y en el mar.
Cada cuál con su trabajo, con sus sueños cada cuál,
con la esperanza delante, con los recuerdos detrás.
Yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar."



Juan-Roberto.

Antón Terías

El escritor francés Jean-Paul Sartre escribió :
«El mundo podría existir muy bien sin la literatura, e incluso mejor sin el hombre ». ( Situations I - 1947)
Por eso, Antón Terías escribe para ayudar al mundo que tiene que soportar (físicamente y moralmente) al hombre.
Se sabe que los franceses son vanidosos, es el colmo: ¿Qué puede escribir Antón Terías con este pseudónimo?

"La vida es un cuento contado por un idiota" (Macbeth Shakeaspeare). No tengo otra ambición que contarla.
Actuar es lo del pelele. Contar es lo del pelele que sabe que no es otra cosa que un pelele. Aquí está el placer irónico de Goya pintando el Pelele: un autorretrato.
El pelele, por ser solo un juguete, por no actuar, puede también ser el espejo de su época, así se pintó Goya en la predicación de San Bernardino, fuera de los tiempos revueltos, de la emoción que jamás podrá ser cartática.
Hay que escuchar a los especialistas: "este cuadro nos cuenta, este cuento nos pinta..."
En el relato, el hilo narrativo tiene menos importancia que las pinceladas de las palabras permitiendo las interpretaciones: el lector finaliza el cuento.

Con capacidad de empatía y sintonización, contar es un juego, el juego de Proteo. Proteo, antiguo Dios griego, podía predecir el futuro, pero cambiaba de forma para evitar tener que hacerlo, contestando solo a quien era capaz de capturarlo.
Todo cambia, el aspecto, el lugar del escondrijo e incluso las opiniones y las explicaciones. Esa es la explicación del día (hubo otra ayer, habrá otra mañana), es la mía es la de Antón Terías....
Ya mezclo el "yo" y el "él", ya se manifiesta el trastorno de identidad disociativo.

Y de biografía nada, para no repetir el combate de Sainte Beuve contra Proust ( nota )

Antón Terías



NOTA
Una poética de la vocación en Marcel PROUST
Julio César Moran
Doctor en Filosofía. Profesor Titular e Investigador de la Facultad de Humanidades y Ciencia de la Educación, Universidad Nacional de La Plata. Argentina.
Pero el mundo artístico está lleno de sorpresas y nunca sabremos quien va a resultar un destacado artista, pues la escritura proustiana nos muestra la dificultad de descubrir la vocación de artista por los otros personajes y por nosotros mismos, lectores. Los artistas como tales suelen no ser inmediatamente reconocibles en su valía y en la novela hay muchos ejemplos como el de Vinteuil, no comprendido por las tías del héroe hasta el punto de no querer escuchar su música, ni tampoco por Swann a pesar de ser éste un exquisito gustador. Destaca el ejemplo de Octavio, de quien se creía que era incapaz de mantener una conversación seria y resulta un revolucionario del teatro contemporáneo.
En "Contre Sainte-Beuve", (17) Proust ensaya una explicación de estas situaciones en torno a la multiplicidad de yoes y a la separación entre el artista y el hombre. El crítico Sainte Beuve quiere ver en el hombre al artista y por eso no comprende a Baudelaire, el mejor poeta de su época para Proust.

En Orientación y Sociedad - 2003/2004 - Vol. 4


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